sábado, 6 de octubre de 2012

Bioética y Odontología


Bioética. El deber de cuidar.
Aporte al Primer Congreso Provincial de Salud Bucal.
Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires.
27 de Septiembre de 2012. 

Todos nosotros, cada uno desde la especialidad que hayamos elegido, sabemos que en cada acto odontológico dos o más seres humanos están involucrados. Somos personas asistiendo personas.
La Bioética, como toda ética aplicada, puede llevarse a la práctica en todas y cada una de las especialidades odontológicas.
La Ciencia Odontológica es responsabilidad para con el paciente y preocupación por su cuidado. Responsabilidad y cuidado expresan  la esencia y la naturaleza de nuestro deber ser profesional.
Urgencias, emergencias, padecimientos graves y prácticas de rutina, vuelven vulnerable a nuestro paciente individual o a nuestra comunidad de pacientes.
Cuidar la vida y la salud de las personas exige actuar con responsabilidad. Resolver si una intervención odontológica es lícita o ilícita no es simple cuestión de acalorados debates. Brindar una respuesta prudente a un dilema sanitario requiere: fundamento en la verdad, conciencia del que padece y máximas que faciliten el análisis racional.
La Bioética, como disciplina, tiene por objeto el “estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizando esta conducta a la luz de los valores y principios morales” (Encyclopedia of Bioethics, 1978).
Si bien algunos prefieren regir sus decisiones siguiendo los principios anglosajones  (Beneficencia, No Maleficencia, Autonomía y Justicia); y otros, optan por los preceptos personalistas ontológicamente fundados (Defensa de la vida física, Libertad/Responsabilidad, Totalidad/Principio Terapéutico y Socialidad/Subsidiariedad). Es una realidad, que habrá tantas corrientes bioéticas como tantas antropologías de referencia existan. Por eso, más allá del precepto o preceptos que guíen la reflexión, una máxima como HACER EL BIEN Y EVITAR EL MAL, se convertirá en el principio que, por universal, podrá guiar toda reflexión y permitir que se logren los acuerdos más prudentes aún ante opiniones diferentes, posiciones muy distantes y distintas preocupaciones.
Dentro de los múltiples intereses biomédicos, la Bioética, se aplicará a considerar en especial:
Los problemas éticos relacionados con las intervenciones sobre la vida de los seres humanos y de los demás seres vivos y, también, de aquellos aspectos que se refieren al equilibrio del ecosistema.
Los problemas éticos que se plantean en el campo de las investigaciones sobre los seres humanos, sean estas terapéuticas o no.
Los problemas éticos de todas las profesiones sanitarias.
Y, los problemas sociales inherentes a las POLÍTICAS SANITARIAS (nacionales o internacionales), a la medicina del trabajo y a las políticas de planificación familiar y de control de la natalidad.
En esta oportunidad, y por tomar sólo un ejemplo, nos ocuparemos de las políticas sanitarias y, entre todas ellas, nos dedicaremos más específicamente a la ATENCIÓN PRIMARIA DE LA SALUD BUCAL.
Allá por 1978, en Alma Ata, se estableció que la Atención Primaria de la Salud (APS) es aquella “ASISTENCIA ESENCIAL, BASADA EN MÉTODOS Y TECNOLOGÍA PRÁCTICOS, CIENTÍFICAMENTE FUNDADOS Y SOCIALMENTE ACEPTABLES, PUESTA AL ALCANCE DE TODOS LOS NDIVIDUOS Y FAMILIAS DE LA COMUNIDAD, MEDIANTE SU PLENA PARTICIPACIÓN, Y A UN COSTE QUE LA COMUNIDAD Y EL PAÍS PUEDAN SOPORTAR, EN TODAS Y CADA UNA DE LAS ETAPAS DE SU DESARROLLO, CON UN ESPÍRITU DE AUTORRESPONSABILIDAD Y AUTODETERMINACIÓN.”
Si consideramos la salud desde la concepción holística o global del bienestar físico, mental, espiritual y social del ser humano, vemos que, cuando se busca mejorar la salud de las personas es inevitable estimar que la estrategia de atención primaria de la salud bucal debe aplicarse en cada nivel de atención.
La esencia de la estrategia de Atención Primaria de la Salud Bucal debe reflejarse en la promoción, en la prevención, en el tratamiento y en los controles periódicos que se indiquen en cada plan asistencial, en todos y cada uno de los niveles de atención y pensando siempre en el tratamiento integral del paciente individual o de la comunidad de pacientes.
Implementar una estrategia de Atención Primaria de la Salud Bucal conlleva considerar las cuestiones bioéticas implícitas:
1. ¿Se buscará el máximo bienestar para el mayor número de individuos o se tendrá en cuenta que habrá que brindarle más asistencia a aquellas personas que más la necesiten?. En este punto, es necesario tener en cuenta que las personas vulnerables generalmente constituyen grupos humanos minoritarios socialmente desfavorecidos y con menos acceso a los recursos sanitarios básicos y al sistema de salud en su conjunto por lo que una perspectiva utilitarista podría perjudicarlos aún más.
2. Como no resulta sencillo encontrar soluciones elementales para los problemas complejos de los grupos vulnerables, las propuestas de resolución para estas comunidades deben considerar especialmente los derechos, la seguridad y el bienestar de todas las personas involucradas en la estrategia asistencial a implementar.
3. El acceso a las mejores opciones de asistencia sanitaria debe ser equitativo y universal. Cuando los derechos humanos fundamentales -y el derecho a la salud bucal lo es- están comprometidos, el acceso a los mejores tratamientos disponibles justifica el debate académico, científico y político con la finalidad de arribar a una decisión que se convierta en un real aporte asistencial de verdadera calidad sanitaria.
4. Las políticas y estrategias no deben prevalecer por sobre la autonomía y la seguridad de las personas. Los intereses superiores a preservar serán siempre promover la asistencia de calidad velando por el respeto absoluto de los derechos personalísimos de las personas. Ninguna decisión debe opacar la certeza de que todas las acciones que se programen tendrán por objeto resguardar el bien de todos los individuos involucrados aún cuando estos sujetos formen parte de comunidades integradas por muy pocos ciudadanos.
5. Además de cumplir con las normas de buenas prácticas clínicas, toda decisión, para ser ética, debe atender a los valores que están en juego. Bajo ningún punto de vista, deberá permitirse o avalarse que las utilidades y los cálculos estadísticos superen las consideraciones debidas a los pacientes involucrados en la estrategia de atención considerada.
6. Una intervención biomédica no adquiere las mismas dimensiones éticas cuando es pensada para individuos que tienen sus necesidades básicas ampliamente satisfechas que si se asume como modalidad de asistencia destinada a comunidades carentes de los bienes y servicios básicos e indispensables para su subsistencia.
7. Según el Diccionario de la Real Academia Española, es vulnerable quien “puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”; y esa vulnerabilidad implica, además, fragilidad, situación de amenaza y posibilidad de sufrir daño. Aplicando esto al ámbito de la sanidad, podemos decir que aún hoy existen poblaciones enteras cuyos miembros son vulnerables simplemente porque ven limitada su posibilidad de acceder a los servicios asistenciales necesarios para preservar o recuperar su salud. Es más, esas personas, la mayoría de las veces, por esas mismas circunstancias limitantes, ven amenazada su autonomía, su dignidad, su integridad y muchos de sus derechos.
8. Decir que una persona necesita algo, equivale a decir que, sin ello, ese individuo resultaría dañado o al menos afectado. La exigencia de justicia marca que, en condiciones de vulnerabilidad, ningún paciente o comunidad de pacientes debe verse obligado a aceptar una alternativa terapéutica que en otros contextos más favorecidos sería totalmente inadmisible de consentir. Todas las personas merecen un trato igual, equitativo y apropiado.
9. Es bien sabido que, en particulares circunstancias -enfermedades u otras situaciones de vulnerabilidad-, personas cabalmente autónomas y con aptitud de autogobierno no logran hacer uso libremente de su opción de decidir. Cuando una estrategia de atención deja de considerar a los individuos como agentes autónomos y como destinatarios del bien sanitario que se desea brindar, esa estrategia comienza a privilegiar los intereses de la política o estrategia de atención implementada.        
10. El engaño, el ocultamiento de información y los datos incompletos privan a los pacientes vulnerables de razonables y necesarias referencias para la toma de decisiones sustanciales para sus propias vidas y la de sus familias. Decir la verdad y consolidar la comprensión a través de un adecuado proceso de consentimiento informado, aún para la participación en programas de atención primaria de la salud bucal, garantiza el respeto del acto voluntario de decidir y brinda, incluso, la posibilidad de una negativa informada. Una comunicación veraz de los objetivos asistenciales resguarda la autonomía de los sujetos y supera la instancia de ser un simple requisito legal.
11. La obligación de no causar daño intencionalmente, el deber de evitar los riesgos previamente conocidos y la intención de brindar acceso a la mejor opción terapéutica disponible adquiere tal significancia que, si la estrategia de atención evita ofrecer a los sujetos incluidos en el programa asistencial un bien al cual tienen derecho, este hecho, por sí solo, se convierte en una acción tan éticamente incorrecta como lo es el causar voluntariamente un perjuicio.
En definitiva, la Atención Primaria de la Salud Bucal como estrategia asistencial supone conocimiento y rigor científicos pero, también, distintas alternativas de acción que más allá de ser técnicamente posibles exigen ser éticamente correctas.
Dividir las acciones odontológicas según niveles de resolución no implica negar las reales interacciones entre las diferentes categorías asistenciales y entre todos los efectores de atención.
Conservar la salud, restituirla y mantenerla requiere acciones inteligentes y sinérgicas para aprovechar correctamente los recursos y garantizar el respeto de los derechos fundamentales de todos y cada uno de los pacientes.
Dice la Carta de Ottawa, 1987:
Cinco estrategias permiten actuar sobre los determinantes de salud:
1. Establecer políticas saludables.
2. Desarrollar las aptitudes y los recursos individuales.
3. Reforzar la acción comunitaria.
4. Crear un entorno que favorezca la salud.
5. Reorientar los servicios de salud.
Hoy, a estos cinco lineamientos, nos permitimos sumarle unas notas bioéticas; porque curar y cuidar son términos intrínsecamente vinculados que exigen, por un lado, un profesional sanitario capaz de percibir y comprender la particular situación de vulnerabilidad de su paciente individual o de su comunidad de pacientes y, por otro, un individuo o conjunto de individuos capaces de manifestar y hacer visible su situación de necesidad de atención.

En esa relación paciente-comunidad-profesional de la salud, la experiencia de la fragilidad del mundo y de la vulnerabilidad de la vida en general y de la vida humana en particular lleva a afirmar la urgencia de un verdadero compromiso moral.
Es esta responsabilidad la clave bioética de nuestro tiempo que nos obliga, en justicia, a brindar una atención sanitaria realmente solidaria.
HACER EL BIEN Y EVITAR EL MAL respetando los derechos humanos fundamentales da sentido al DEBER DE CUIDAR y lo convierte en VOCACIÓN ASISTENCIAL sea cual sea la especialidad profesional que hayamos elegido.-

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