sábado, 14 de marzo de 2009

Queremos al compatible como remedio pero poco nos importan los hermanos incompatibles.

Todos sabemos que, para encontrar un organismo vivo genéticamente humano que tenga un genoma compatible con otro organismo vivo genéticamente humano es necesario producir in vitro unos cuantos organismos vivos genéticamente humanos hasta encontrar aquel que reuna los requisitos buscados.

Cuando se encuentra aquel organismo vivo genéticamente humano compatible, automáticamente todos los demás organismos vivos genéticamente humanos producidos dejan de tener importancia.

Dejan de ser importantes para los profesionales que mezclaron tantos óvulos de esa mamá y tantos espermatozoides de ese papá como para fabricar un buen número de organismos vivos genéticamente humanos para hallar el indicado.

Dejan de ser importantes para los médicos que necesitaban sólo a aquel que les suministrara la medicina capaz de solucionar el problema de salud de otro organismo vivo genéticamente humano.

Y, aunque cueste decirlo, dejan de ser importantes para ese hombre y esa mujer que, verdaderamente desesperados por la enfermedad de su hijo mayor, una vez que consiguieron un hermano capaz de ser útil a toda la familia, se olvidaron que, para obtenerlo, dejaron abandonados en un sofisticado laboratorio, a otros tantos hijos incompatibles pero hermanos también de su chiquito enfermo.

Nadie pretende juzgar a esos padres que hicieron y hacen todo lo que está a su alcance para devolverle la salud a su hijo mayor enfermo.

Simplemente pretendemos mostrar que, hasta ahora y en este particular ámbito biotecnológico, una cara de la moneda se está ocultando.

El éxito de un tratamiento absolutamente necesario e imposible de conseguir -por el momento- de otro modo, oculta y no deja ver con claridad que, para conseguir este valioso remedio, es necesario producir seres humanos (porque otros seres vivos no humanos no serían compatibles) como si se tratara de simples repuestos, como si se tratara de simples comprimidos de salud para otros seres humanos.

Es verdad que obtener las células madre del cordón umbilical no perjudican en absoluto al bebé recién nacido- Es verdad también que, darles un buen uso y así solucionar el problema de salud de otra persona es poner la ciencia al servicio del hombre. Pero el dilema bioético no es este.

El dilema bioético surge cuando, para poder obtener esas células madre, se crean indiscriminadamente una cantidad de seres humanos -o si les parece menos sentimental, organismos vivos genéticamente humanos-, se los somete a un exaustivo proceso de selección genética, se descarta a los que no sirven para el fin determinado y sólo se le permite que nacer a aquel organismo vivo genéticamente humano que reune las características que creemos son las mejores para él y para su familia.

Sea como sea, los seres humanos adultos, responsables y defensores de los más variados derechos estamos volviendo a cometer los mismos errores que otros seres humanos iguales a nosotros cometieron hace no mucho tiempo. Por esos errores fueron decididamente reprendidos por los juicios de Nüremberg (1945-1949).

Es absolutamente cierto que un varón y una mujer, naturalmente o con ayuda de la ciencia, pueden dar vida a un nuevo ser humano o a varios. Pero, lo que debe quedar bien claro es que, poder dar vida a nuevos seres humanos, no da derecho a hacer con esas vidas lo que se nos dé la gana.



Una experiencia pionera en ese paísEspaña: nació para curar a su hermano

Fue seleccionado genéticamente para poder ser donante de células de cordón umbilical

lanacion.com | Ciencia/Salud | S?do 14 de marzo de 2009