sábado, 28 de abril de 2007
Los seres humanos no somos meros "productos naturales"
Muchas veces escuchamos que durante los primeros instantes de vida somos apenas un simple "producto de la gestación".
Emplear términos como estos, lleva a desconocer que la vida por nacer es la vida de un ser humano cuya dignidad de persona debe ser respetada desde su primer instante, es decir, desde su concepción cuando el espermatozoide penetra y fecunda al oocito.
El ser humano personalmente existente es una forma vital que lo diferencia de todo lo demás. Recibe la vida de su padre y de su madre pero es un ser individual distinto de ellos. Esta forma personal, única e irrepetible, es lo que une los distintos elementos de la propia existencia en una totalidad intuible. Esta integralidad es la que unifica los diferentes actos y procesos del curso de la vida en una unidad de desarrollo y destino que deben respetarse desde que la unión de oocito y espermatozoide fundan una nueva y original vida humana.
No percibir lo valioso de la vida desde su inicio es desconocer el sello de su propia dignidad. Los seres humanos, porque somos personas, no somos meros "productos naturales" ni mucho menos "productos de laboratorio". Esta noción de persona abarca y trasciende toda la naturaleza humana y, en rigor de verdad, determina que cada persona exista por derecho propio.
El Hombre concreto personalmente existente es un fenómeno total desde que inicia su vida y hasta que la finaliza naturalmente y no importa la etapa de desarrollo y crecimiento que esté transitando.
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