En el Principialismo de Beauchamp y Childress tres principios, independientes entre sí, se comportan como referencias práctico-conceptuales a la hora de guiar las decisiones que se establecen en el marco de la relación profesional-paciente. Estos tres paradigmas principialistas son:
- El principio de beneficencia/no maleficencia.
- El principio de autonomía.
- El principio de justicia.
Como alternativa a este sistema de pensamiento sin jerarquía entre sus principios preferimos una Bioética Personalista que considera que la persona humana es el punto de referencia y la medida entre lo lícito y lo ilícito y que además, funda sus decisiones en cuatro principios perfectamente jerarquizados:
- Primero: El principio de defensa de la vida física.
- Segundo: El principio de libertad y responsabilidad.
- Tercero: El principio de totalidad o principio terapéutico.
- Cuarto: El principio de socialidad y subsidiariedad.
Más allá del sistema de principios que se elija, existe un primer principio común a todos los hombres y métodos de pensamiento que, por universal e indemostrable, puede guiar la reflexión y permitir establecer acuerdos aún entre opiniones distantes y diferentes.
"Hacer el bien y evitar el mal" es el principio que, por primero, se convierte en exigencia ética fundamental y principio común a todas las visiones.