La ingeniería genética puede resolver graves problemas de salud o extralimitarse y alterar el patrimonio genético.
Cualquier intervención sobre el cuerpo humano, sobre un único gen, es una acción sobre la totalidad de la persona y sólo puede justificarse si existe una verdadera, racional y objetiva razón terapéutica.
Un método o terapia génica no debe ser aceptado cuando plantea riesgos imposibles de controlar o no tiene por finalidad alcanzar un resultado terapéutico. Modificar la constitución genética de un ser humano es un ilícito absoluto cuando no respeta la vida y la identidad naturalmente únicas e irrepetibles.
La ingeniería genética es una acción lícita y válida cuando su único objetivo es restituir la integridad del ser humano promoviendo su verdadero bienestar sin deteriorar su condición vital.