Sin embargo, muchas veces nos olvidamos que, los otros, los que están desarrollando otras actividades distintas a las nuestras, también son personas importantes que cumplen acciones tan distinguidas y necesarias como las nuestras aunque nos parezcan diametralmente opuestas o que se contradicen con nuestras obras.
Eso sí, una cosa es innegociable, todos, aunque pensemos diferente, debemos estar obrando bien y correctamente, porque tampoco es cuestión que, por reconocer al otro su personalidad y lo importante de su obrar, empecemos a creer que obrar mal también es correcto.
Hecha esta salvedad podemos decir que, en el ámbito sanitario, todos los roles cumplen -cuando se llevan a cabo con honestidad y dedicación- funciones importantes en sí mismas y complementarias de las acciones que llevan a cabo los otros.
Es tan necesario el más idóneo de los cirujanos como la calidez de la persona que se acerca al enfermo para averiguar si la comida le fue correctamente ofrecida.
Es tan importante la concentración del personal profesional y del personal auxiliar durante la realización de la práctica médica como las labores que se realizan antes, durante y después de la atención para mantener consultorios y quirófanos en óptimo estado de conservación e higiene.
Es tan indispensable el funcionario que lleva adelante la gestión hospitalaria como el agente que recaba la información estadística. Uno, sin el otro, terminan por desencadenar una corriente de malas decisiones sanitarias.
Es decir, que una institución dedicada a brindar servicios de salud sólo puede alcanzar sus objetivos si todas las personas que la integramos consideramos al otro importante para nosotros.
El colega, el auxiliar, la asistente, la instrumentadora, los encargados de mantenimiento, los administrativos en todas sus ramas, los proveedores, los funcionarios, etc.. Todos. Porque todos somos importantes para el otro cuando damos lo mejor de nosotros mismos para que la labor de todo el hospital sea de verdadera calidad.
De nada sirve al buen clima organizacional que se organicen eventos de todo tipo para afianzar los vínculos entre el personal, si después, alguien no puede desempeñarse correctamente porque el otro no redactó la orden de derivación o no respetó el nomenclador que la institución decidió asumir como propio.
Muy poco se puede hacer en las instituciones donde las personas atienden personas, si no reconocemos que el otro es importante para nosotros. Pero el otro así como es, sin pretender egoístamente moldearlo a nuestra forma, con sus pocos defectos pero también con su infinidad de virtudes. Porque todos estamos en un lugar porque somos importantes para ese lugar. Porque si no estuvieramos los que estamos y si no hubieran estado los que estuvieron, ese lugar no sería el lugar que un día elegimos para desempeñar nuestra vocación por recuperar la salud del otro.
Lecturas complementarias:
Congreso de psicoanálisis / Individualismo extremoIgnorar al otro, un signo de estos tiempos
Expertos en salud mental debaten sobre las razones que llevan a los argentinos a olvidar que los otros son también personas
lanacion.com | Ciencia/Salud | S?do 6 de diciembre de 2008
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