Células madre: La Iglesia le dice no al asesinato programado
Buenos Aires, 11 Mar. 09 (AICA)
Padre Alberto Bochatey
El director del Instituto de Bioética de la UCA, padre Alberto Bochatey OSA, recordó hoy, citando al papa Benedicto XVI, que la Iglesia dio su apoyo constante a lo largo de su historia a “las investigaciones encaminadas a la curación de enfermedades y al bien de la humanidad”, pero advirtió que "si hubo, y sigue habiendo resistencia, era y es ante las formas de investigación que incluyen la eliminación programada de personas, de seres humanos ya existentes, aunque aún no hayan nacido".
“En estos casos la investigación, prescindiendo de los resultados de utilidad terapéutica, no se pone verdaderamente al servicio de la humanidad, pues implica la supresión de vidas humanas que tienen igual dignidad que los demás individuos humanos y que los investigadores”, dijo el especialista en un comunicado titulado “Células estaminales embrionarias y el verdadero progreso”.
El padre Bochatey señaló, además, que “desde el punto de vista estrictamente científico, la investigación con células estaminales embrionarias no dieron hasta la fecha ningún resultado terapéutico o aplicativo, a diferencia de varias (aunque incipientes) terapias y beneficios ya aplicables en 80 condiciones médicas diferentes con células estaminales adultas".
El sacerdote recordó esto tras la decisión del presidente estadounidense Barack Obama de eliminar las restricciones a la financiación pública de las investigaciones con células madre.
Texto completo del comunicado
La determinación política del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica de levantar las restricciones al financiamiento federal para la investigación de células estaminales con embriones humanos, tal como había prometido en su campaña electoral, ha provocado una serie de afirmaciones no siempre correctas, muchas equívocas y otras ideológicas.
Desde el punto de vista de la bioética personalista hay que comenzar reconociendo que la investigación con células madre somáticas merece aprobación y aliento cuando conjuga felizmente al mismo tiempo el saber científico, la tecnología más avanzada en el ámbito biológico y la ética que postula el respeto del ser humano en todas las fases de su existencia. Las perspectivas abiertas por este nuevo capítulo de la investigación son fascinantes en sí mismas, porque permiten vislumbrar la posibilidad de curar enfermedades que comportan la degeneración de los tejidos, con los consiguientes riesgos de invalidez y de muerte para los afectados. ¿Cómo no sentir el deber de felicitar a los que se dedican a esta investigación y a los que sostienen su organización y sus costes? (Benedicto XVI, el 16-09-06).
Queda claro que la investigación en sí misma es un campo privilegiado y maravilloso que, justamente por su amplitud y novedad, merece el mayor apoyo y estímulo por parte de la comunidad humana, pidiendo a los científicos que trabajen en forma transdisciplinar y respetando a todos los hombres y a todo hombre. El ámbito de la investigación sigue estando hoy muy abierto y cada día se descubren nuevos horizontes, que en gran parte están inexplorados. El esfuerzo del investigador en estos ámbitos tan enigmáticos y valiosos exige un apoyo particular; por eso, la colaboración entre las diferentes ciencias es un apoyo que no puede faltar nunca para llegar a resultados que sean eficaces y al mismo tiempo produzcan un auténtico progreso para toda la humanidad. Esta complementariedad permite evitar el riesgo de un reduccionismo genético generalizado, que tiende a identificar a la persona exclusivamente con la referencia a la información genética y a su interacción con el ambiente. (Benedicto XVI, el 21-02-09).
En la historia del saber universitario y científico, el rol de la Iglesia Católica ha sido y sigue siendo fundamental. Tanto en los documentos del Magisterio como en la vida cotidiana de las innumerables universidades de inspiración católica y particularmente en los Institutos de Bioética, se alienta un trabajo científico y riguroso para aportar lo propio específico en el campo de la ética de la investigación y la bioética.
El hecho de tener una mirada muy sensible, cuidadosa y ontológica sobre la vida humana y especialmente sobre las frágiles etapas de su inicio, es debido al valor fundamental e inviolable de la misma. La Iglesia ha dado un apoyo constante a lo largo de su historia bimilenaria a la investigación encaminada a la curación de las enfermedades y al bien de la humanidad. Si ha habido ¯y sigue habiendo¯ resistencia, era y es ante las formas de investigación que incluyen la eliminación programada de seres humanos ya existentes, aunque aún no hayan nacido. En estos casos la investigación, prescindiendo de los resultados de utilidad terapéutica, no se pone verdaderamente al servicio de la humanidad, pues implica la supresión de vidas humanas que tienen igual dignidad que los demás individuos humanos y que los investigadores. (Benedicto XVI, el 16-09-06).
Desde el punto de vista estrictamente científico, la investigación con células estaminales embrionarias no han dado hasta la fecha, ningún resultado terapéutico o aplicativo, a diferencia de las varias (aunque incipientes) terapias y beneficios ya aplicables en 80 condiciones médicas diferentes con células estaminales adultas. Una prueba objetiva e incontestable de lo dicho, es el registro de protocolos de investigación del Nacional Institutes of Health (NIH), "ClinicalTrials.gov" que registra casi 70.000 protocolos de investigación (públicos y privados) de más de 160 países, donde encontramos 5 (cinco) protocolos con células estaminales embrionarias y más de 2.300 (dos mil trescientos) con células estaminales adultas. También la variante de células estaminales pluripotentes inducidas es muy prometedora y no implica el abuso o la destrucción de un embrión humano. La comunidad científica especializada en al área se inclina clara y mayoritariamente a la investigación con células estaminales adultas.
Tanto los ciudadanos como los científicos podrían cuestionar la utilidad y el buen uso de los recursos económicos comunes, cuando las autoridades de los gobiernos adjudican fondos públicos a proyectos científicos con una previsión de éxito tan baja o casi nula. Las expectativas que se crean en el imaginario colectivo en relación a los "milagros" de la ciencia (la ciencia no hace milagros, desarrolla y aplica conocimientos) son responsabilidad, entre otros, de quienes comunican resultados hipotéticos, a veces desactualizados o como futuribles, con fines e intereses sectoriales, económicos, políticos y/o ideológicos.
La mentalidad relativista actual que prioriza la autonomía y la competencia pierde del horizonte la libertad y la responsabilidad en relación al ser humano (en cualquier estado de su vida pre o post implantatoria, pre o pos natal), el verdadero progreso de la ciencia objetiva e incluso el bien común. En plena crisis económica global, hay que ser muy serios y prudentes con los recursos que, si bien aplicados, pueden llevarnos más rápidamente a mayores curaciones, prevenciones y eliminaciones de patologías y enfermedades.
Un tema tan delicado y apasionante como novedoso y comprometido, como lo es este tipo de investigaciones debe llevar a todos y en especial a la comunidad de los profesionales de la bioética, a establecer contactos más estrechos entre sí y con quienes buscan del modo debido el alivio del sufrimiento humano y el cuidado y respeto de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural. El verdadero progreso se da en la fidelidad a la verdad trascendente y universal, objetiva y libre, que hace a todo ser humano digno y predilecto en la creación y la naturaleza.+
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