"Nuestra sensibilidad es la de un ser espiritual, nuestro espíritu es el de un ser sensible; la ley más central de nuestra naturaleza, al mismo tiempo que inclina nuestro espíritu hacia la carne, levanta nuestra carne hacia el espíritu... La operación más pesadamente carnal (el hecho de comer, por ejemplo) implica un cierto consentimiento y un cierto gozo del espíritu; recíprocamente, la más noble actividad espiritual se apoya sobre un mínimun de resonancia afectiva".
Gustave Thibon, Lo que Dios ha unido. Plantín, Buenos Aires, 1952.
Un especial agradecimiento a Alejandra P. de Aguerre por permitirme conocer estas palabras de G. Thibon.