Otras perspectivas detrás del debate
sobre los embriones
humanos
Por Jorge Nicolás Lafferriere
La propuesta del
dictamen del bloque oficialista
para el nuevo Código Civil en Argentina que
señala
que comienza la existencia de la persona con la
concepción despertó una
gran polémica. La reacción
no tardó en llegar desde los grupos que realizan
negocios biotecnológicos con la vida humana:
para ellos, es inadmisible que
llamemos "persona"
a ese organismo que surge en las primeras
horas desde la
fecundación y hasta la
implantación. Ello impediría –afirman- que sea
manipulado, seleccionado y descartado y que se
realicen las mismas técnicas
extracorpóreas de
fecundación artificial.
En realidad, si miramos la cuestión con atención y
teniendo en cuenta
los debates que ocurren en otros
lugares del mundo, podemos decir que lejos está
el
escenario que se planteaba en los años 80 cuando se
discutía si era admisible
o no la realización de las
técnicas de fecundación artificial para casos
de
infertilidad debidamente comprobados y
como último recurso.
Hoy, 30 años
despúes, ya no se debate esa aplicación
de las técnicas a los casos de
infertilidad, sino que
las técnicas se han expandido de tal forma que hoy
no
sólo se aplican en función del simple "deseo
reproductivo", sino que se ha
despertado una verdadera
codicia por los embriones humanos, apetecidos por su
extraordinario y único potencial vital.
Patentes biotecnológicas: En efecto, hoy
el mundo
debate si es legítimo patentar invenciones que
impliquen destruir
embriones humanos. Estados Unidos,
desde su liberalismo radical, lo admite,
mientras que
en Europa se ha levantado el Tribunal Superior de
Justicia para
poner un límite a tal explotación de la vida,
con fundamento en la dignidad
humana, y por un pedido
expreso de Greenpeace (Caso Brüstle, octubre de 2011).
También se codician los embriones para destruirlos y
utilizar sus células con
fines de experimentación, o con
fines industriales o comerciales.
Selección de la descendencia: Otra razón por
la cual
los embriones son codiciados es por la posibilidad
de seleccionar
genética o morfológicamente las
características de la descendencia. Así, se
expanden
en el mundo los estudios "preimplantatorios" que
permiten hacer una
selección en dos direcciones:
eliminando a los no deseados o bien eligiendo a
los que reúnen las características buscadas. Ello
despierta no poca preocupación
en lugares como India,
donde la selección del sexo de los hijos está al orden
del día y donde es sistemática la eliminación de las
mujeres en forma prenatal o
preimplantatoria. También
es creciente la preocupación de las asociaciones
defensoras de personas con discapacidad que ven
difundirse una mentalidad
eugenésica que busca
eliminar a los discapacitados y envía un mensaje
negativo a
todos los que hoy viven, como si se les
dijera: "si estás vivo es porque no
tuvimos la ocasión
de eliminarte a tiempo".
Los dilemas de tener tantos embriones: Por otra
parte,
el aumento del número de embriones concebidos
extracorpóreamente no
necesariamente se vincula
con un mayor número de embarazos. Aún más, ante el
notable aumento de partos múltiples que generan las
técnicas de fecundación
artificial, es usual que la técnica
exija la transferencia sólo de uno o dos
embriones,
mientras que el resto termina congelado a la espera de
una ulterior
decisión. En el mundo existen fuertes
controversias en torno a cuán informado es
el consentimiento
de los que recurren a estas técnicas y si son conscientes
de
que estarán concibiendo tantos embriones
humanos y son advertidos
suficientemente de los
dilemas éticos que se les plantearán. Más bien parece
que
todos concurren buscando un hijo y se encuentran
luego con grandes encrucijadas
ante el hecho consumado
de tener 6 o más embriones congelados luego de una
técnica, en el caso que haya resultado en un nacido vivo.
Ello ha acarreado un desbordante y gravísimo aumento
de embriones
crioconservados, que no sólo terminan
siendo abandonados, sino que también son
utilizados
de forma contraria a toda ética para fines de investigación
o incluso
industrialización.
Italia es un buen ejemplo de esta tendencia a un
aumento notable de
los embriones congelados sin
que se siga un mayor número de nacimientos. Según
datos publicados en julio de 2013, en 2008 había
solo 763 embriones congelados
sobre un total 84.861
embriones concebidos en ese año. Sin embargo, luego
que la
Corte Constitucional autorizara la congelación
en 2009, el número de embriones
crioconservados fue
de 18.798 en 2011 sobre un total de 118.049
concebidos en
total. Pero no hubo aumentos
significativos en cuanto a los nacidos vivos, que
fueron 10.212 en 2008 y en 2011 nacieron 11.933.
El mayor número de embriones
congelados sólo
genera mayores dilemas jurídicos y una mayor
presión para su
utilización con fines de investigación.
La disyuntiva del legislador: De esta forma,
el
legislador está ante dilemas que exceden en mucho
a los casos de
infertilidad. Se trata de una disyuntiva
ineludible: o acomoda la noción
jurídica de persona
a intereses previos, como son los biotecnológicos, y
de esa
forma se vuelve funcional al nuevo poder
biopolítico, o bien reconoce que todo
ser humano,
por el solo hecho de serlo desde el momento de la
concepción en la
fecundación, es persona. Al hacer
este último reconocimiento está asumiendo una
postura humanista ante una expansión biotecnológica
que pretende convertir a la
vida humana en mero
recurso biológico disponible. No podemos aceptar
pasivos tal
avasallamiento de la dignidad humana.