Si bien el dolor y el sufrimiento ocurren a menudo casi simultáneamente, pueden distinguirse y exigen del profesional de la salud diferentes modalidades de cuidado.
El dolor es principalmente un signo o componente de una afección fisiológico/anatómica que exige un diagnóstico objetivo y que el profesional de la salud intenta controlar con fármacos o intervenciones científico-técnicas.
El sufrimiento es la experiencia del paciente ante ese dolor u otra condición que interrumpe su continuidad vital o lo desafía en su identidad personal y proyecto existencial, haciéndole sentir un dualismo en su unidad espíritu-cuerpo.
Ante el sufrimiento el profesional de la salud necesita la virtud de la empatía y su resultante, la compasión. El dolor es una categoría objetiva para el diagnóstico y el médico, odontólogo, científico o técnico se creen competentes para controlarlo.
Fuente: LUGO, Elena, Bioética Personalista. Visión orgánica del P. José Kentenich, Córdoba, Editorial Patris Argentina, 2006, p.309.
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