domingo, 15 de marzo de 2009

Inhumana humanidad

Muchas veces, intereses egoístas y argumentos de conveniencia pretenden dejar a un lado la premisa indiscutible que afirma que todo desarrollo científico-tecnológico guarda dentro de sí una gran responsabilidad ética y social. Cuando la tecnología biomédica es entendida como un servicio a la humanidad, el bien integral del hombre se encuentra al amparo del respeto absoluto de su dignidad más humana. Sin embargo, otras tantas veces, los costos y los beneficios no se evalúan según datos ciertos, comprobables y confiables y criterios arbitrarios terminan avalando experimentos que, en lugar de brindar soluciones, provocan serios daños al bien común. La manipulación del hombre por el hombre no admite justificaciones ni escusas. La vida humana es un proceso contínuo, gradual y coordinado que se inicia inmediatamente después que un óvulo humano es fecundado por un espermatozoide humano y que acaba en el instante en el cual se produce su fin natural. Pretender fijar límites despóticos es manipular procesos vitales biológicamente establecidos. El ser humano no es un simple conjunto de células. Sin importar la edad que tenga cada biomolécula de su organismo armoniza perfectamente con las otras. Su programa genético se expresa en función de las señales propias de cada fase que le toca vivir. Aún cuando la presencia de un alma espiritual no sea constatable en base a datos experimentales una gran cantidad de detalles biológicos permiten discernir la presencia personal de alguien con derechos innegables. Experimentar con embriones humanos, decir que los órganos aptos para transplantes son un insumo médico más, hablar de tener derecho a quitarle la vida a otro ser humano o pretender que la eutanasia es el tratamiento ante el fin de la vida y otras tantas actitudes ponen en evidencia nuestra humanidad más inhumana.

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